El fin de la Economía: Posteconomía, de Antonio Baños Boncompain
Antonio Baños Boncompain (Barcelona, 1967) es un periodista catalán. Estudió Ciencias de la información en la Universidad Autónoma de Barcelona. Ha trabajado en prensa escrita y fue colaborador del programa de radio de la Radio Nacional Española Asuntos propios, en la sección “Economía para idiotas”. En televisión, colabora con La Sexta y el Canal Cuatro. Fue diputado en el Parlamento catalán, puesto del que dimitió. Ha publicado dos libros sobre economía, La economía no existe (2009), y Posteconomía (2012), y otro sobre Cataluña, La rebelión catalana (2013). La Posteconomía es lo que viene después de la economía pero, ¿qué viene después de ella? Antonio Baños expone dos hipótesis que, nos dice, intentará justificar pues demostrar «sería demasiado vanidoso». La primera es que la economía como ciencia ha colapsado, ya que sus modelos y herramientas teóricas son incapaces de reflejar y explicar la realidad que vivimos; que se ha vuelto todo menos una forma de conocer el mundo, una posteconomía. En el subtítulo podemos encontrar la segunda: Hacia un capitalismo feudal. Ésta es, que precisamente esta posteconomía está transformando poco a poco el capitalismo liberal como lo conocemos, a una especie de neofeudalismo, una sociedad donde las élites capitalistas esclavizan al resto de la población por medio de la deuda y el miedo, para satisfacer sus caprichos, y donde el discurso de la academia ya no es una explicación objetiva sino un alegato que legitima las prácticas de estas élites. Dos de los factores que influyen en este colapso de la ciencia económica son la complejidad y la velocidad. Sobre la primera, Baños menciona que el caos y la cantidad de datos que se van generando son ya inmensos, y que hay un límite que el humano puede procesar e interpretar. En cuanto a la velocidad, esta cantidad inmensa de datos e información se producen a una velocidad que complica aún más su explicación. Pueden ser registrados, pero ya es imposible analizarlos. Esto da como resultado que la economía ya no pueda explicar coherentemente la causalidad de los fenómenos, principio básico de toda ciencia. El problema es que tampoco es posible anticiparse o corregir sus efectos. Si antes se basaba en el ciclo económico, hoy sólo existen los extremos, la dualidad –o bipolaridad, mejor dicho– de la crisis y el milagro. Ya no es posible planear, sólo especular. Esto convierte a la economía en una simple doctrina, que dicta lo que debe hacerse y ya. Los economistas, como sacerdotes, indican qué hacer para beneficiar a los especuladores a los que sirven; esta gran clase aristocrática global que tienen el poder del mundo por encima de la geografía, la ley y el Estado. Al igual que en la Edad Media, existen formas de extraer el trabajo de las personas. La deuda cobra aquí gran relevancia, pues ya no es una cuestión de dinero, sino de tiempo: cuando le debes dinero a alguien, en realidad le debes el tiempo de tu vida que necesitas para conseguir el dinero para pagarle. Así, en este neofeudalismo, los bancos, los nuevos señores “deudales” se encargan de tener “vasallos”, una sociedad endeudada que se vea obligada a renunciar a la libertad de ocupar su tiempo, viviendo en esta nueva clase de esclavitud. Ante este panorama, el autor nos dice que prácticamente no hay otra opción más que ser anticapitalista, ya que ninguna otra postura, del espectro que sea, es compatible con la mutación en la que ha devenido el capitalismo. No tiene nada que ver con el capitalismo de libre mercado porque hay oligopolio y oligarquía; y se ha vuelto este engendro terriblemente agresivo con la gente que precisa una masa obediente y para el que la vida ya no es un derecho, sino un sobreprecio que las empresas no están dispuestas a pagar. Es así como Antonio Baños Boncompain, periodista de formación, deja claro desde el principio que su obra no tiene el rigor científico para tratarse de prospección económica, pero es posible apreciar una base de teoría y una investigación exhaustiva. Esto armoniza perfectamente con el humor –negro, por supuesto– que se extiende durante toda la narración; demostrando que divertir al público no significa sacrificar rigor científico o crítico, y hace pensar, precisamente, en la necesidad de más trabajos para entender este mundo posteconómico, posmoderno, postapocalíptico; y curiosamente, también neofeudal.
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Regina Garnica
(Autor)Historiadora de formación, descubriendo las posibilidades del mundo virtual. De naturaleza curiosa y observadora. Investigadora profesional de trivialidades, catadora exhaustiva de series, coleccionista de juguetes y fotógrafa amateur de bichitos en mis tiempos libres. Creo firmemente que la Historia necesita llegar a todos, y que las herramientas digitales nos ayudarán a tejer redes de conocimiento y entendimiento.
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