Los rotos también rompen: Entre los rotos, de Alaíde Ventura
Alaíde Ventura Medina (Xalapa, 1985) es antropóloga y escritora. Estudió la licenciatura en Antropología en la Universidad Veracruzana y la maestría en Antropología en la UNAM. Ha colaborado para diversos medios como Canal Once, Televisión Educativa, MTV y Time Out México. Escribe ficción y crónica. Desde 2018 tiene una colaboración mensual en la revista Este País, y su primera novela, Como caracol…, obtuvo el Premio Gran Angular de Literatura Juvenil 2018. Con su segunda novela, Entre los rotos, Alaíde Ventura ganó el Premio Mauricio Achar de Literatura Random House de 2019. En ésta, después de un evento en particular, una joven se encuentra con la colección de fotos de su hermano menor, Julián, y por medio de ella narra su historia familiar. A diferencia de las sensaciones que normalmente causan las fotografías en los viejos álbumes familiares –alegría, nostalgia, añoranza–, para la narradora, estas imágenes sólo evocan amargura y tristeza, pues todas son capturas de la calma que antecede a la tormenta: son el preámbulo de una serie de episodios de violencia doméstica ejercida hacia estos dos hermanos y su madre, por parte de su padre; uno cada vez más agresivo que el anterior. Entre los rotos está compuesta por tres apartados, que corresponden cada uno a una etapa particular de la vida de la protagonista: el primero aborda la niñez de estos hermanos en Veracruz, el segundo relata cómo es la vida de la joven en una gran ciudad a la que se muda para estudiar (que puede asumirse es la Ciudad de México) y, finalmente, el tercero describe su vida junto a Julián, cuando lo invita a vivir con ella en la ciudad. Cada apartado de la novela se divide en capítulos muy breves, donde se entrelazan de manera sutil las descripciones y las historias detrás de cada una de estas fotografías, con recursos que si bien pueden parecer poco comunes para una narración de este tipo, como listas, o definiciones, son clave para entender a la narradora y establecer una conexión con ella. Las explicaciones de las fotografías son pequeños fragmentos que pieza a pieza van relatando las vivencias de la protagonista, mientras las definiciones y las listas –por medio de declaraciones que son poéticas y contundentes a partes iguales–, ahondan en los destrozos que la violencia dejó a su paso y en la interpretación que les da; nos explican cómo estas experiencias han moldeado la manera en que ve su entorno. A través de este ejercicio de reconstrucción, la narradora plasma el carácter de cada uno de los miembros de la familia, y las tácticas que cada uno utilizó para lidiar –o al menos intentarlo– con esta violencia y sus estragos. Todo, en un intento de encontrar respuestas, de explicar y darle sentido al caos y el dolor para poder entenderlos y lidiar con ellos. Alaíde nos regala una protagonista completamente real. No busca plasmar una víctima desvalida, sino retratar las complejidades humanas y recalcar que ninguna persona es inmune a reproducir o continuar con la violencia. Por ello, constantemente podemos ver que la narradora también identifica y reconoce las violencias que ejerce, sin que tampoco se busque lástima o simpatía por medio de confesiones o falsos golpes de pecho. De hecho, todos ejercen violencia contra los que lo rodean, cada uno a su manera muy particular: su padre por medio de golpes e insultos, su madre valiéndose de la apatía y la indiferencia, Julián con su silencio, una forma muy sútil pero no por eso menos feroz: «...es un vacío, pero pesa. Es la neblina que cubre el mundo. Empaña la vista. Ahoga...». Ella, por su parte, actúa a la defensiva e impulsivamente en un afán de evitar el silencio; ese silencio que inevitablemente trae consigo la introspección. Así, podemos ver uno de los planteamientos principales de esta novela: Los rotos también rompen.
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Regina Garnica
(Autor)Historiadora de formación, descubriendo las posibilidades del mundo virtual. De naturaleza curiosa y observadora. Investigadora profesional de trivialidades, catadora exhaustiva de series, coleccionista de juguetes y fotógrafa amateur de bichitos en mis tiempos libres. Creo firmemente que la Historia necesita llegar a todos, y que las herramientas digitales nos ayudarán a tejer redes de conocimiento y entendimiento.
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