¿Cena de negros o indios? La fundación del Fondo de Cultura Económica
Conviene empezar esta nota con una anotación importante: el Fondo de Cultura Económica (FCE) no es un “Fondo de Cultura Barata”, aunque en tiempos recientes esa sea una idea muy común entre las personas. En realidad, el FCE lleva ese nombre porque nació con el objetivo de publicar investigaciones especializadas en economía.
La idea de fundar una editorial especializada en temas económicos surgió entre los profesores y autoridades de la naciente Escuela Nacional de Economía (1934). El objetivo era publicar en español los libros de economía escritos en otros países y ponerlos a disposición de los alumnos. Entre las figuras más prominentes destacan Antonio Castro Leal, Eduardo Villaseñor, Miguel Palacios Macedo, Gonzalo Robles y Daniel Cosio Villegas.
Entre ellos había nacido una gran idea que desembocó en la fundación del Fondo de Cultura Económica.
¿Cena de negros o de indios? El peregrinaje para la fundación del FCE
Cosio Villegas fue el que inició un peregrinaje para llevar esa idea a la realidad. Su primer intento lo hizo con el representante de la editorial Espasa-Calpe en México, Francisco Rubio. Cosio acudió con él y le presentó un documento en el que exponía las ventajas comerciales de publicar obras de economía, acompañado de una lista de 50 títulos que podrían publicarse para empezar.
Al poco tiempo de entregar este documento Cosío Villegas tuvo la oportunidad de viajar a España. Ahí se encontró con el encargado de la sección de Ciencias Sociales de Espasa-Calpe, Fernando de los Ríos. Este último se mostró interesado por el proyecto de Cosío y convocó a una reunión extraordinaria del consejo administrativo de la editorial para presentar la idea.
Todo iba bien en la reunión, todos parecían convencidos, pero de último minuto José Ortega y Gasset –consejero mayor– pidió la palabra y alegó que el día en que los latinoamericanos tuvieran que ver algo en la actividad editorial de España, la cultura de España y la de todos los países de habla española “se volvería una cena de negros”. Esto bastó para que la empresa no se llevará a cabo.
Genaro Estrada –embajador de México en España– estuvo presente en ese momento y con un humor retorcido atinó a decir que Ortega y Gasset se equivocaba, pues “debía haber dicho cena de indios y no de negros”. En esta ocasión el desprecio de uno de los más grandes filósofos españoles por América y una expresión de duro racismo impidieron que el proyecto de Cosio se hiciera realidad.
Cosio Villegas no se rindió y siguió buscando alianzas. Su segundo intento fue con Manuel Aguilar Muñoz, fundador de la mítica editorial Aguilar. Cosio creyó que tendría una oportunidad dado que recientemente esa editorial había publicado con éxito el Capital de Marx (1931). Esperanzado, Cosio le presentó a Aguilar su proyecto con la lista de títulos; el editor español se comprometió a revisarlo y darle una respuesta después.
La respuesta fue negativa y Cosio regresó de su peregrinaje con las manos vacías. Curiosamente este episodio con Manuel Aguilar no acabó ahí, pues unos años después la editorial Aguilar comenzó a publicar “más de uno” de los títulos que Cosio había incluido en su proyecto (sospechoso, cuando menos…).
Genaro Estrada Un joven Daniel Cosio Villegas José Ortega y Gasset
Los fondos del Fondo de Cultura Económica
A su vuelta, Cosio Villegas se reencontró con colegas, compañeros y amigos que compartieron su entusiasmo. Uno de los más comprometidos fue Eduardo Villaseñor, con quien fundó el antecedente directo del FCE: la revista El Trimestre Económico. Para este momento (seguimos en 1934) había varios interesados en participar en la revista y escribir con rigurosidad los últimos avances de la ciencia económica. El problema –como siempre– era conseguir fondos.
La revista sobrevivió con las contribuciones de los que la editaban y escribían en ella, con anuncios y otras donaciones. Este esfuerzo era loable pero la revista no era aún el proyecto editorial que Cosío Villegas seguía teniendo presente. ¿Qué hicieron Cosio y compañía para llevarlo a la realidad? Pues convencieron a sus amigos abogados y economistas –la mayoría trabajadores en instituciones de gobierno– que expidieran donativos desde sus respectivas dependencias.
Estas acciones le dieron sus primeros fondos a Cosio y de ahí en adelante comenzó a organizarse todo de una manera más formal. Parafraseando la expresión de Ortega y Gasset: la cena de indios y de negros se consolidaba por encima de cualquier obstaculo. Finalmente, el 3 de septiembre de 1934 se constituyó el FCE por medio de un fideicomiso y dio inicio una labor editorial que ha dejado una profunda huella en la historia del país.
Curiosamente, y como lo cuenta Díaz Arciniega, la fundación del fondo no estuvo acompañada de una presentación oficial, no hubo inauguración festiva, ni fue una medallita que se colgará algún político. Se trató simple y llanamente de la firma de un contrato. Incluso los fundadores no hicieron alardes y al acabar se fueron a un restaurante como cualquier otro día.
Seguramente todos estaban muy emocionados de que el proyecto al fin se hiciera realidad, aunque muy probablemente ninguno se imaginaba el impacto que tendría el FCE para el futuro. Para estos momentos, el Fondo es una de las empresas culturales más relevantes para todos los hispanohablantes con:
- Un catálogo con poco más de 10, 000 títulos.
- 5000 de estos títulos con existencias o reimpresiones.
- Más de 100 colecciones diferentes.
- Una red de 36 librerías, con presencia en 18 ciudades y 10 filiales en el extranjero.
Es muy común escuchar a las personas decir que un libro les cambió la vida. Siendo de este país, es altamente probable que ese libro fuera editado por el Fondo de Cultura Económica. ¿Es tú caso?
- Página de la cuenta pública de la SHCP (https://n9.cl/vwyv3).
- Memorias de Daniel Cosio Villegas.
- Historia de la casa de Víctor Díaz Arciniega.
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Regina Garnica
(Autor)Historiadora de formación, descubriendo las posibilidades del mundo virtual. De naturaleza curiosa y observadora. Investigadora profesional de trivialidades, catadora exhaustiva de series, coleccionista de juguetes y fotógrafa amateur de bichitos en mis tiempos libres. Creo firmemente que la Historia necesita llegar a todos, y que las herramientas digitales nos ayudarán a tejer redes de conocimiento y entendimiento.
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